Las necesidades nutricionales diarias están directamente relacionadas con 2 fenómenos: el metabolismo basal y el nivel de actividad física.
El metabolismo basal de una persona corresponde a la energía gastada por el cuerpo en reposo. Se trata de la energía mínima necesaria para mantener las funciones vitales, como la respiración, los latidos del corazón, la digestión, etc. Representa por término medio el 60% de nuestras necesidades diarias. Cada uno de nosotros tiene un metabolismo basal específico. Depende de la estatura, del peso, del sexo y de factores genéticos.
El metabolismo basal cambia con la edad. Es más elevado en los niños y adolescentes para satisfacer las necesidades de crecimiento y aumenta en las mujeres embarazadas. También cambia según la masa muscular. Un organismo que contiene menos músculo requiere menos energía.
Las necesidades de energía y nutrientes también varían según el nivel de actividad física del individuo. Cuanto más intensa sea la actividad, mayores serán las necesidades. Todos los movimientos físicos se tienen en cuenta porque implican un gasto de energía para el cuerpo. Según las últimas recomendaciones oficiales1, el nivel de actividad física se extiende:
El sedentarismo es un problema de salud pública ya que representa un factor de riesgo en muchas enfermedades como la obesidad. En Europa, los franceses ocupan la 3ª posición. Pasan una media de 7 horas 24 minutos sentados2 al día. Sólo el 63% de los adultos de entre 18 y 79 años alcanzan las recomendaciones de la OMS* y practican al menos 150 minutos de actividad física a la semana.
Sin actividad, las necesidades energéticas son menores. Además, tiende a favorecer el picoteo, a menudo rico en energía debido a la presencia de azúcares y grasas, y pobre en nutrientes de interés. Así, la balanza entre los aportes y los gastos energéticos está desequilibrada. Para reajustar esta desviación, las actividades al aire libre como caminar o montar en bicicleta pueden ser una solución para gastar energía y recargar vitamina D que se produce gracias a los rayos UV.
Cada vez se habla más de la degradación de la calidad nutricional de las frutas y verduras. En efecto, podemos preguntarnos si las condiciones de producción modernas influyen en la calidad de los productos. En realidad, los efectos son difíciles de generalizar a todos los productos y variedades4. Los contenidos de nutrientes de los productos se miden cada vez con mayor precisión. Por tanto, es difícil comparar los datos entre sí a lo largo de los años.
Sin embargo, es cierto que la agricultura intensiva de rendimiento puede provocar una disminución de la calidad nutricional5, que se explicaría por la selección de frutas y verduras de mayor tamaño y, por tanto, con mayor contenido de hidratos de carbono y proteínas en detrimento de los contenidos de micronutrientes.
Además, en Francia, el 43% de las frutas y verduras que se venden es importado6. Estos productos extranjeros requieren una recolección anticipada, por lo que los productos no han alcanzado la madurez, lo que puede reducir su concentración de vitaminas y minerales. Para limitar este efecto, le recomendamos optar por productos locales y de temporada. Además de una calidad nutricional más interesante, tienen mejor sabor.
En Europa, 1 de cada 5 comidas se consume fuera del domicilio7. Por otra parte, “la cultura de la comida rápida” se ha desarrollado significativamente. Las comidas que se sirven son ricas en grasas saturadas, sal y azúcares. También se ha reducido el tiempo dedicado a las comidas. Sin embargo, la tendencia actual del picoteo saludable refleja el deseo de los consumidores de comer mejor y de darse un capricho a pesar de sus limitaciones de tiempo y de presupuesto.
En Francia, tanto para los macronutrientes como para los micronutrientes, existen referencias de consumo. Se establecen según las necesidades de la mayor parte de la población francesa, es decir, el 97,5% de los individuos. El 2,5% restante representa las poblaciones con necesidades nutricionales específicas.
Antiguamente denominados Aportes Nutricionales Recomendados (ANR), las Referencias Nutricionales para la Población respecto a los macronutrientes se revisaron en 20168. Para cubrir nuestras necesidades, los hidratos de carbono deben representar entre el 40 y el 55% de los aportes energéticos totales, las grasas entre el 35 y el 40% y, por último, las proteínas entre el 10 y el 15%.
La etiqueta es el carné de identidad de los alimentos. Entre la información obligatoria, encontrará la lista de ingredientes en orden decreciente, la fecha de caducidad y el contenidopor 100 g de energía y nutrientes. Deben etiquetarse obligatoriamente: las grasas de las cuales los ácidos grasos saturados, los hidratos de carbono de los cuales los azúcares, las proteínas y la sal. El contenido de fibras, vitaminas y minerales no es obligatorio. Algunos etiquetados indican un porcentaje para cada uno de estos nutrientes, que corresponde a la cobertura de las necesidades de nutrientes cuando se consumen 100 g de un alimento. Por ejemplo: “100 g de este alimento cubre el 10% de sus necesidades diarias de azúcares”. Este porcentaje se calcula en base a la Ingesta Diaria de Referencia (IDR o VRN)9. Contrariamente a las RNP, estos valores son únicos para cada nutriente y no varían según la edad o el sexo.
FUENTES
Nuestros equipo médico-cientifico està formado por Doctores en Ciencas, farmacéuticos, Naturópatas, Ingenieros...